El psicólogo es un recurso clínico especializado que se basa en brindar un encuadre, un espacio de escucha atenta a la singularidad del malestar subjetivo que expresa el consultante.
Cuando el sujeto habla en análisis, se escucha más allá de su decir y la intervención comienza a partir de la emergencia del inconsciente que se manifiesta de formas inesperadas o incomprensibles, como lapsus, chistes, equívocos, que dicen acerca de una verdad propia y única de cada quien.
La intervención del psicólogo, desde la perspectiva del psicoanálisis, se orienta a producir en el sujeto consultante una escucha reflexiva de sí mismo. Esta re-escucha tiene el efecto de producir una paulatina implicancia sobre los acontecimientos de la cotidianeidad, permitiéndole también, la resignificación y elaboración de situaciones vitales o experiencias de vida que generan o generaron gran dolor psíquico. Respetando siempre la singularidad del sujeto, su palabra, su verdad, y descubrir, en el hacer mismo, nuevos modos de intervención, de creación, de producción de subjetividad. Gracias a este posicionamiento ético y moral, en su hacer de escucha atenta al caso por caso, desestimando la universalidad del diagnóstico de quien asiste a sesión por derivación o motivación propia, es quien habilita progresivamente la emergencia de la singularidad, diferenciándose subjetivamente del rótulo universal al cual ha estado o está identificado.
Según Pulice Gabriel (2007): “El caso remite a un Real que se
ciñe a una legalidad singular e inconsciente”.
Con esto quiero decir, que cada caso involucra a un sujeto que es constituido como único a partir del lenguaje que lo estructura subjetivamente a nivel inconsciente, es por eso, que cada sujeto transita su padecimiento psíquico de una forma singular e inconsciente gracias a sus vivencias cotidianas y familiares.
En este recorrido, el sujeto es acompañado y guiado por el profesional, desde una posición ética, de revisión sintomática para que pueda adquirir recursos y herramientas que le permitan vivir mejor, vislumbrar oportunidades y enfrentar dificultades que se presentan en la cotidianeidad de una manera más saludable.
En este sentido, es fundamental mencionar que acompañar es un modo de concebir y practicar la clínica, que para lograr que el cambio de posicionamiento subjetivo se vuelva definitivo, es imprescindible un adecuado planteo del encuadre de trabajo.
El resultado de esta clínica comprometida, intenta funcionar poniendo distancia entre el sujeto y el malestar que lo invade, acompañando y ayudando a lograr cierta estabilización en su padecimiento. Es primordial que los sujetos con grave padecimiento psíquico, como corolario de una larga historia de sufrimiento a causa de su psicosis, neurosis graves, que en ocasiones se combinan con problemáticas de violencia, adicción y exclusión social, puedan contar con la atención, tratamiento y trabajo en red con las instituciones, además del abordaje familiar. Es indispensable en estos casos una modalidad clínica interdisciplinaria, donde el Tridente Dimensional de Intervención (TDI)[1] trabaje en conjunto estrategias, tácticas y apuestas, para orientar un tratamiento con brújula en el deseo del sujeto. El TDI (Psicólogo-Psiquiatra-Acompañante Terapéutico, entre otros) es esencial para poder alojar la complejidad subjetiva y para diversificar la transferencia, dado que el sujeto puede hablar del malestar que lo aqueja, con cada uno de los profesionales referentes de su tratamiento, evitando de esta manera, que la trasferencia quede masificada en un solo profesional, además de propiciar un mejor acompañamiento y sostén del sujeto por parte del equipo tratante.

[1] Rabuffetti, Mariana. Tesis: “Las Representaciones Acerca del Tratamiento que tienen Sujetos Psicóticos del Dispositivo Hospital de Día del Hospital Escuela de Salud Mental (HESM) de la ciudad de Paraná, Entre Ríos”
– Mariana Rabuffetti Lic. Psicología – Año 2019, P.42.